Los avances tecnológicos han generado mejoras en relación con la protección y detección de vulnerabilidades, así mismo han aumentado las capacidades de ciberdefensa y la resiliencia de las plataformas y sistemas tecnológicos.
Sin embargo, las ciberamenazas mundiales siguen desarrollándose a un ritmo rápido, con una cantidad cada vez mayor de filtraciones de datos cada año. Y es que la gran parte de las amenazas en materia de seguridad proviene de la actuación de los usuarios.
En la mayoría de los casos se producen por carencia de formación adecuada o por mala asignación de permisos.
Es recomendable que los niveles de permisos en un sistema sean bien asignados a cada usuario para controlar quien puede acceder a ciertos archivos y procesos.
En este contexto, los retos de la ciberseguridad son enormes.
En 2021, dos tercios de la población mundial tenía un teléfono móvil, el 60% acceso a internet y más de la mitad de ellos estaban activos en redes sociales. Por ello, no es arriesgado suponer que casi el 100% de las empresas trabajarán con sistemas informáticos en 2022.
La crisis del Covid-19, ha acelerado el uso masivo del teletrabajo y del comercio electrónico, estos dos factores han generado un aumento del riesgo cibernético.
De media, una empresa tarda 280 días en corregir un ciberataque.
La masificación del uso de datos, la descentralización de los pagos y la digitalización de los procesos hacen que las inversiones cibernéticas sean indispensables. Por lo tanto, las empresas que más destaquen en términos de ciberseguridad estarán más preparadas para hacer frente a posibles ataques.
Sin lugar a duda, los seres humanos somos el eslabón más vulnerable en la línea de ciberseguridad
Por ello las empresas hoy más que nunca son conscientes que necesitan expertos en ciberseguridad acompañados de soluciones óptimas para dar respuesta ante posibles ataques.
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